El Dilema de la Izquierda del Siglo XXI: ¿Adaptarse o Extinguirse?

Last Supper

Nací un poco antes del Triunfo de la Revolución Cubana y desde muy pequeño me acostumbre a las charlas revolucionarias en mi casa y en el barrio pero no fue hasta que comencé la Universidad que me dedique de lleno a la vida revolucionaria.

Era muy joven, me encantaba leer de todo y soñaba romántica e ingenuamente con vivir las mismas historias narradas en libros como “Así se Templó el Acero”, “El Tábano”, “17 Instante de una Primavera” y otros muchos más.

Estaba dispuesto a sacrificar mi vida por la causa de los trabajadores del mundo y por muchos años participé en Marchas, movilizaciones agrícolas y militares, y otras muchas actividades que me permitieron conocer a mucha gente buena llenas de las mismas ilusiones que yo tenía.

Corrían los años 70s, Cuba entró en el CAME, se inició el proceso de industrialización del país, se aprobó la Constitución de 1976, se permitió el proceso de reencuentro con la Comunidad Cubana de Miami y jamás olvidaré la voladura en pleno vuelo del Avión de Cubana llena de deportista donde murieron las 73 personas que iban en dicho vuelo. Como tampoco olvidare jamás el discurso de Fidel Castro durante el sepelio de las víctimas:

“! Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla ¡”

Estaba más convencido que nunca de la justeza de la causa cubana pero algo sucedió al comienzo de la próxima década (1980) que comenzó a socavar esa confianza: los llamados “Actos de Repudio” a aquellos que deseaban marcharse del país con los familiares que se le permitió entrar por el puerto del Mariel.

Me enorgullezco de no haber participado en ninguno de esos actos pero nunca entendí por qué o cual era la razón para ello.

La invasión norteamericana de Granada en 1983 y la famosa carrera de Tortoló hasta la Embajada Soviética después que se había dado la noticia de que el último grupo de cubanos se había “inmolado” envueltos en la bandera cubana, la participación de Cuba en la formación y abastecimiento material de las guerrillas latinoamericanas, la Perestroika soviética y los artículos de la revista Sputnik sobre las masacres de Stalin, el juicio y el asesinato del General Ochoa, la caída del Muro de Berlín. Cada nueva pizca de información me hacía dudar y finalmente decidí reevaluar toda la historia de mi país, la Historia que me habían enseñado en la escuela, la Historia que la Revolución me machacaba día tras día. Estaba en ese proceso cuando finalmente pasa lo peor que pudiera esperar un joven revolucionario y soñador: el derrumbe, uno por uno, de los gobiernos socialistas europeos hasta que en el invierno de 1991, el faro de todos los revolucionarios del mundo, la URSS, también desaparece del mapa mundial.

Las pocas esperanzas que nos quedaban nos las fue arrebatada cuando en el año 1992, Fidel Castro declara la implantación del llamado “Periodo Especial” (eufemismo para nombrar la peor crisis económica que el país haya conocido jamás) pero no fue la crisis la que más me afecto sino fue la forma en que el gobierno cubano reaccionó para enfrentarla.

Deje de ser revolucionario, no porque la URSS hubiera desaparecido sino porque comprendí cuanto nos habían engañado y manipulado durante tantos años.

Desde entonces he esperado por alguien de entre la elitista intelectualidad izquierdista promueva una nueva alternativa de lucha, un nuevo ideal pero todo se ha reducido al tradicional Mea Culpa y roncos gritos de estertores de viejos estalinistas tratando de convencer a jóvenes que usan al Che solo como camisetas.

¿Por qué nadie propones algo nuevo? ¿Será cierto que habíamos llegado al Fin de la Historia como declaró Fukuyama?

No sé cuándo llegaremos al fin de la Historia pero existen demasiadas injusticias y desigualdades en este mundo que es imposible imaginar que este es el estado natural que tendremos de ahora en adelante.

No, no lo creo y por eso decidí buscar por mí mismo la respuesta a esa pregunta.

Mi primer paso fue volver a mis orígenes y estudiar nuevamente la tesis marxistas que estudie en la Universidad pero esta vez con ojos bien críticos. Encontré relaciones que antes no había visto y llegué a conclusiones muy diferente a las de Marx. Hice un exhaustivo análisis de las premisas generales del proceso productivo capitalista. Fui analizando cada fase y las relaciones que existen entre cada uno de sus elementos.

Dibujé gráficos, tablas y finalmente tuve mi momento de EUREKA. Comprendí que no era posible eliminar la explotación capitalista sin eliminar, no la supuesta plusvalía mediante la confiscación de los medios de producción a la burguesía, o modificando la jornada laboral, o introduciendo nuevas tecnologías de alta productividad sino eliminando todo el proceso de compra-venta de la fuerza de trabajo.

¿Qué logramos con esto?

Logramos romper la dependencia entre las dos clases. No más burgueses pero también, no más trabajadores asalariados.

¿Qué queda entonces?

Queda el trabajador, dueño de su trabajo, que se une a otros igual que él. Queda un productor con una psicología muy diferente a la del capitalista pero también muy diferente a la de un trabajador asalariado.

Quedará un productor interesado en cuidar sus medios de trabajo, interesado en producir, interesado en cuidar el medio que le provee su sustento. Quedará una nueva sociedad donde no existirán clases sociales, según el criterio de Marx, una sociedad sin contrarios, sin contradicciones sociales, sin luchas por el poder.

La experiencia histórica nos muestra que los principales actores de cada nueva forma económica comienzan a formarse en las entrañas de la sociedad anterior y de entre todas las nuevas formas de economía que se están gestando en las entrañas del capitalismo actual hay una que cumple con todas las premisas necesarias para crear un mundo nuevo sin explotación, donde se aprecie la colaboración, la solidaridad y el desarrollo sostenible por encima de todo.

¿Cuál es esa entidad económica que cumple con todas nuestra ilusiones?

Las Cooperativas: las que han estado activas por más de 150 años en todo tipo de formas económicas existentes pero ha sido solo en los últimos 30 años que realmente han tenido un desarrollo increíble atrayendo millones de nuevos productores y generando miles de millones de dólares.

Quizás este crecimiento este directamente relacionado con la necesidad de los trabajadores de escapar de la opresión y de las constantes crisis del sistema capitalista así como encontrar una estabilidad laboral y emocional a largo plazo.

Sin embargo, desde Marx hasta nuestros días, una gran parte de los movimientos y partidos de izquierda han ignorado o subestimado este modelo económico y por eso hemos escrito este folleto.

Queremos llamar la atención de los trabajadores y recordarles que existe una solución, que existe una salida, que existe una vía para deshacerse de la opresión capitalista sin derramar sangre y sin conmociones sociales.

Las cooperativas se crean con la participación voluntaria de los trabajadores y existen leyes que las protegen y las apoyan. Existe un movimiento cooperativista a nivel mundial que lo incentiva.

Para los movimientos y partidos de izquierda esta es la gran oportunidad que han estado buscando durante tantos años, esta es la nueva causa a la que pueden incorporarse para luchar a favor de los más necesitados. Una causa que pone la responsabilidad de su éxito en manos de los propios trabajadores y no en la de sus opresores.

El Dilema de la izquierda del siglo XXI puede acabarse si esta aprovecha la oportunidad para ADAPTARSE a los nuevos tiempos o simplemente EXTINGUIRSE sin penas ni glorias.

Todo este trabajo lo volqué en un folleto titulado “El Dilema de la Izquierda del siglo XXI ” y alli Ud. puedes conocer mas detalles sobre el Movimiento Cooperativista Mundial y las ventajas que este movimiento le ofrece a los trabajadores en la actualidad.

Solidaridad, Colaboración y Democracia Real, algo que todos los explotados del mundo han añorado por siglo y aqui, a nuestro alcance, existe una opcion para nuestros jovenes y para todos los que estan cansado de la explotacion capitalista.